Disfagia o problemas para deglutir

Introducción:

La deglución es un proceso reflejo voluntario que tiene lugar entre la boca y el estómago, coordinando los sistemas respiratorio y digestivo.

La capacidad de deglutir  es una función biológica que la mayoría de los individuos da por sentada. Sin embargo, llevarlo a cabo puede dejar de ser un proceso automático, con la aparición de la enfermedad.

Durante este proceso, se produce una compleja serie de contracciones y relajaciones de los músculos de la boca y la garganta, que son controladas de forma muy coordinada por un grupo de neuronas.

La deglución está controlada por el cerebro y requiere un control muscular preciso. Si esta función no está armonizada, la persona puede tener apuros para lograrlo, lo que se denomina disfagia.

La disfagia ocasional, que puede producirse cuando una persona come demasiado rápido, no suele ser motivo de preocupación. La disfagia crónica, sin embargo, es problemática y a menudo resulta ser un síntoma o consecuencia de una enfermedad que requiere tratamiento.

Aunque la disfagia puede afectar a cualquiera, las personas mayores con músculos de la deglución más débiles o con problemas neurológicos corren un mayor riesgo.

1.-Los trastornos de la deglución no deben ignorarse

Si la disfagia puede tener graves consecuencias para la salud, las personas con disfagia corren el riesgo de atragantarse, deshidratarse, sufrir desnutrición y padecer neumonía, que puede ser causada por la entrada de alimentos o bebidas en los pulmones.

La disfagia no es sólo un riesgo para la salud, sino que también puede afectar a la calidad de vida y al bienestar psicológico. Las personas con problemas de deglución suelen evitar las situaciones en las que tienen que comer en público, por tanto, se sienten aisladas.

2.-Causas comunes:

Las dificultades para tragar pueden deberse a una disfunción neurológica del cerebro, la garganta y el esófago, aunado a esto, se presentan problemas con los músculos de la garganta y el esófago, a su vez un trastorno físico. 

2.1-Las causas más comunes son:

– Trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson, el ictus o la demencia.

– Cirugía o lesión en la cabeza o el cuello.

– Enfermedades del aparato digestivo, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).

– Tumores en el esófago, que pueden ser cancerosos o no.

– Un crecimiento fuera del esófago que puede ejercer presión sobre el órgano.

– Enfermedades o afecciones que provocan la inflamación o el endurecimiento del tejido esofágico.

– Reacciones a fármacos causadas por el uso prolongado de corticosteroides, antiinflamatorios y medicamentos que interfieren en los procesos psicológicos.

3.-El tratamiento depende de la causa de la disfagia.

Los especialistas utilizan una serie de pruebas de imagen para determinar el diagnóstico correcto y desarrollar un plan de tratamiento individualizado.

Existen varios tratamientos que pueden aliviar o eliminar la disfagia y restablecer la capacidad de la persona para comer y absorber una dieta normal.

La disfagia no siempre es una enfermedad crónica, es importante tratar la disfagia y los trastornos de la deglución para mantener una buena salud y calidad de vida.

Como ocurre con otros trastornos, el tratamiento de la disfagia depende del tipo, la causa y la gravedad de la misma. Los tratamientos pueden ir desde simples ejercicios para coordinar los músculos de la deglución o activar los nervios que desencadenan el reflejo nauseoso, hasta la colocación de un tubo especial para abrir y dilatar el esófago. También hay medicamentos y tratamientos quirúrgicos que pueden reducir la acidez de estómago.

En casos graves, puede recomendarse una dieta líquida especial o una sonda de alimentación para eliminar la parte defectuosa del mecanismo de deglución.

Es importante que consulte a su médico para que le indique el tratamiento más adecuado en función del tipo y la gravedad del trastorno de la deglución.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *